El agua es vida, los alimentos son agua: Preservar el agua y garantizar alimentos para el futuro
Editorial de opinión conjunta de la Sra. Retno Marsudi, Enviada Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para el Agua, y el Sr. QU Dongyu, Director General de la FAO
09/07/2025

El Sr. QU Dongyu, Director General de la FAO, se reunió con la Sra. Retno L.P. Marsudi, Enviada Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para el Agua, en paralelo a la celebración del Foro internacional del suelo y el agua de 2024.
©FAO/Luke Duggleby
¿Cuándo fue la última vez que nos planteamos de verdad cómo se produce la comida que llega a nuestro plato o cómo afecta al futuro de nuestro planeta y de nuestras propias vidas?
El agua es indispensable para la producción alimentaria y esencial para la agricultura, que consume el 72 % de las extracciones mundiales de agua dulce. Producir los alimentos suficientes para una persona cada día requiere entre 2 000 y 5 000 litros de agua en un año. Sin embargo, en la actualidad una de cada 11 personas padece hambre, y más de 2 800 millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable.
De aquí a 2050, la producción mundial de alimentos deberá aumentar un 50 % respecto a los niveles de 2012 para evitar un agravamiento del hambre y la malnutrición. Eso supondrá un incremento del consumo de agua dulce de hasta un 30 %, lo que plantea un profundo desafío en un mundo donde el 40 % de la población ya padece escasez de agua.
Para 2050, se espera que tres cuartas partes de la población mundial vivan en zonas afectadas por sequía, a medida que el calentamiento de la Tierra se acelere más allá de nuestra capacidad de adaptación. Ya no es posible seguir como hasta ahora.
Debemos actuar con determinación. La producción de alimentos depende del agua; es vital para nuestro sustento, para nuestro futuro y para el planeta. Es necesario un enfoque equilibrado que garantice la sostenibilidad del agua y de los alimentos.
El agua es vida, los alimentos son agua. Más del 95 % de nuestros alimentos se obtienen gracias al agua dulce, por lo que es crucial que analicemos la producción de alimentos con la vista puesta en la disponibilidad y la sostenibilidad del agua.
Nuestra forma actual de producir los alimentos y utilizar el agua nos conduce hacia un futuro cada vez más sombrío, en un planeta cada vez más degradado. Es urgente que aceleremos la transformación de nuestros sistemas agroalimentarios para que sean más eficientes, más inclusivos, más resilientes y más sostenibles.
En primer lugar, debemos producir más con menos: más alimentos, fibras y piensos con menos agua. Ello conlleva aplicar enfoques de gestión integrada de los recursos hídricos y soluciones innovadoras. Para lograr un cambio transformador, el núcleo de los sistemas agroalimentarios tiene que estar formado por estrategias que respondan a las necesidades hídricas, como la reutilización de las aguas residuales para la agricultura, los cultivos resistentes a la sequía, los sistemas de riego inteligentes y mejorados, así como los métodos y tecnologías emergentes de ahorro de agua. El éxito depende de que exista una firme voluntad política, coordinación entre los distintos sectores y coherencia en las políticas a todos los niveles.
En segundo lugar, necesitamos disponer de información y datos fiables para poder tomar decisiones fundamentadas acerca de cuánta agua hay disponible, cómo se utiliza y dónde es más necesaria, tanto en el sector agroalimentario como en otros sectores. En un mundo en el que cada vez hay más competencia por el agua, la agricultura es especialmente vulnerable y se encuentra en desventaja en el proceso de toma de decisiones sobre la asignación de este recurso. Es esencial llevar una contabilidad del agua y realizar evaluaciones al respecto, garantizar una asignación y una planificación equitativas y establecer estrategias y planes de ordenación nacionales relativos este recurso, con el fin de procurar una asignación sostenible del agua en todos los sectores y a escala subnacional.
En tercer lugar, la cooperación internacional en innovación y tecnología debe impulsar el cambio. Las tecnologías avanzadas —inteligencia artificial (IA), macrodatos e Internet de las cosas— ofrecen un potencial sin precedentes. Por ejemplo, la IA es capaz de adaptar el uso del agua en función de las necesidades de los cultivos y las condiciones ambientales, con lo que mejora en gran medida la eficiencia y la eficacia en de su uso y, por lo tanto, produce más con menos. Sin embargo, este potencial solo puede aprovecharse de forma plena a través de las asociaciones en el plano mundial, la creación de capacidad y el intercambio de conocimientos y tecnología, así como de inversiones concretas.
En cuarto lugar, debemos situar a los agricultores, especialmente a las mujeres y los jóvenes, en el centro de la transformación de los sistemas agroalimentarios. En muchas partes del mundo, las mujeres y las niñas son quienes más sufren las consecuencias de la escasez de agua. Lo mismo puede decirse en relación con la agricultura. En muchos países del África subsahariana y del Asia sudoriental, las mujeres constituyen la mitad de la mano de obra agrícola. Empoderar a las mujeres y a los jóvenes en los ámbitos de la agricultura y la gestión del agua es una cuestión de equidad y eficacia, dos aspectos esenciales para impulsar la transformación de los sistemas agroalimentarios.
Por último, necesitamos el máximo nivel de compromiso político para cambiar la mentalidad dominante y reconocer la gestión del agua como una inversión a largo plazo en una producción alimentaria que sea sostenible y resiliente, así como en la seguridad alimentaria. Si la voluntad política se muestra firme a escala mundial, se puede lograr que el agua se consolide y se mantenga como una prioridad.
Desde 2022, la FAO ha intensificado su labor de promoción del agua y de la seguridad alimentaria mundial. En el 43.º período de sesiones de la Conferencia de la FAO (el máximo órgano rector de la Organización, compuesto por sus 194 miembros), celebrada en 2023, se adoptó la gestión integrada de los recursos hídricos como prioridad para el bienio 2024-25, tras ponerse de relieve el vínculo esencial que existe entre el agua y los alimentos.
No existe una solución única para todas las situaciones. El éxito dependerá de la combinación de enfoques innovadores, conocimientos y experiencia locales, tecnologías e innovaciones modernas, inversiones y políticas coherentes.
Los principios de la Triple A —apoyo, armonización y aceleración— proporcionan un marco en el seno de los sistemas agroalimentarios mundiales para mejorar la sostenibilidad y la productividad del agua.
El agua es clave para garantizar las cuatro mejoras: una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor para todas las personas, sin dejar a nadie atrás.
Transformar los sistemas agroalimentarios mundiales a través de una mejor gestión del agua no es una mera opción: es un imperativo de supervivencia, esencial para garantizar la seguridad alimentaria y un futuro habitable en nuestro planeta azul.
Un futuro sin agua es un futuro sin vida en la Tierra.