La financiación climática da impulso a los esfuerzos de México por fortalecer su resiliencia

Paisaje forestal mexicano.
©FAO México
La cuenca del Balsas, rica en recursos naturales y patrimonio cultural, es una de las zonas más empobrecidas y marginadas de México.
Los paisajes de la cuenca, cubiertos en casi dos tercios por bosques, prestan servicios ecosistémicos esenciales como la regulación de la lluvia, el almacenamiento de agua, el control de la erosión y la generación de energía hidroeléctrica.
Sin embargo, la degradación de los suelos, las lluvias cada vez más irregulares, las prolongadas estaciones secas, los huracanes y otros riesgos climáticos han frenado la productividad agrícola en la región, amenazando los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria.
El Gobierno mexicano busca impulsar la resiliencia climática y los ingresos de las comunidades vulnerables mediante la creación de incentivos financieros para la protección, restauración y gestión sostenible de los paisajes y ecosistemas de la cuenca. También aspira a mejorar los servicios de extensión y el acceso a información climática oportuna que sirva de base para las estrategias de adaptación.
Un equipo interdisciplinar del Centro de Inversiones de la FAO contribuyó sustancialmente al diseño del proyecto Enfoque de cuenca para la sostenibilidad de los medios de vida a través de estrategias de adaptación (BALSAS), aportando su experiencia en economía medioambiental, silvicultura, cambio climático, cadenas de valor, gobernanza de la tierra y pueblos e instituciones indígenas. El proyecto recibió una financiación de casi 80 millones de dólares procedentes de un préstamo del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y de un préstamo y una subvención del Fondo Verde para el Clima.
Casi 2 millones de personas que viven en la cuenca del Balsas hablan una lengua indígena: más de una cuarta parte de los pueblos indígenas de México. La falta de oportunidades de empleo en la región afecta sobre todo a las mujeres, los jóvenes y las comunidades indígenas de las zonas rurales.
El proyecto promueve la inclusión social y el empoderamiento de la comunidad fomentando la toma de decisiones desde la base sobre gestión forestal sostenible y desarrollo de la cadena de valor.
El firme compromiso del Gobierno con el proyecto BALSAS es testimonio del valor del acompañamiento a largo plazo con los países para generar confianza entre los socios.
"Este proyecto es el resultado de sólidas asociaciones sobre el terreno, experiencia técnica, un profundo conocimiento del país y perseverancia", aseguró el Director del Centro de Inversiones de la FAO, Mohamed Manssouri. "Ayudará a México a hacer realidad sus ambiciones de contar con sistemas productivos más resistentes al clima y medios de vida rurales que contribuyan a la gestión sostenible de estos ecosistemas y recursos naturales vitales."
Añadió que el BALSAS respalda los objetivos y compromisos del país relacionados con el clima, como sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, las iniciativas para frenar la deforestación y la degradación de los bosques y otros.
"El proyecto BALSAS tiene el potencial de convertirse en un hito en la gestión sostenible de los paisajes y ecosistemas de la Cuenca. La importante colaboración técnica y financiera de todas las instituciones gubernamentales e internacionales involucradas es un testimonio de la importancia del proyecto y de la relevancia que representa para el Gobierno mexicano", afirmó Daniel Anavitarte, Director del FIDA para México.
Un enfoque innovador
BALSAS introduce varias innovaciones. Por un lado, promueve un enfoque de desarrollo territorial integrado. El proyecto reforzará la capacidad institucional para gestionar, conservar y restaurar más de 300 000 hectáreas de tierra.
Los programas gubernamentales y los planes de desarrollo comunitario aplicarán criterios de cambio climático, incluida la vulnerabilidad social y las comunidades indígenas existentes, a la hora de priorizar a los beneficiarios y las intervenciones vinculadas a incentivos financieros forestales.
El proyecto apoyará la concienciación de las comunidades agrarias e indígenas sobre cómo beneficiarse de programas de incentivos, servicios de extensión y sistemas de información que promuevan la resiliencia climática.
Además de la madera, los paisajes forestales proporcionan una gran riqueza de productos forestales no madereros con atractivo para el mercado nacional e internacional, como resina de pino, carbón de roble, fibras de palma para artesanía, plantas aromáticas y medicinales y agave silvestre. Una mayor participación de las comunidades agrarias y los grupos de productores, especialmente las mujeres, los jóvenes y los pueblos indígenas, en las cadenas de valor de la agrosilvicultura orgánica y certificada, la madera y los productos forestales no madereros puede aumentar los ingresos familiares y la capacidad de adaptación.
Otro componente importante es el acceso a información climática actualizada y pertinente, como los sistemas de alerta temprana y las alertas de incendios forestales. Estos datos ayudarán a los productores, habitantes y autoridades de la cuenca a gestionar más eficazmente los riesgos climáticos, influirán en sus decisiones sobre inversiones comunitarias y mejorarán las medidas de prevención de catástrofes.
Incentivos para resultados sostenibles
Los pagos de incentivos se efectuarán con carácter plurianual bajo un sistema basado en resultados que recompensa las iniciativas de adaptación y mitigación climáticas de alto rendimiento que proporcionan beneficios sociales. CONAFOR, la Comisión Nacional Forestal de México y socio del proyecto, puso a prueba este enfoque para el pago de servicios medioambientales.
El proyecto también fomentará una mayor coordinación con otras instituciones y sectores gubernamentales y diferentes usuarios del agua, como las ciudades y la agricultura de regadío, así como con inversores privados-una medida concebida para contribuir al éxito y la sostenibilidad del proyecto.