19 de mayo de 2021, Bangui - Casi la mitad de la población, el 47 %, padece una elevada y creciente inseguridad alimentaria aguda en la República Centroafricana, mientras el país se tambalea a causa de los efectos del conflicto actual y de la COVID-19, y se prepara para otra dura temporada de escasez de alimentos entre mayo y agosto, según advierten la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas.
Esto significa que más de 2,2 millones de personas -la mayoría de las cuales viven en zonas rurales- harán frente a niveles graves de inseguridad alimentaria aguda (Fase 3 o superior de la CIF) entre abril y agosto y necesitan ayuda urgente para evitar pérdidas de vidas y medios de subsistencia, según el
análisis de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (CIF) publicado hoy.
Un tercio de la población (más de 1,6 millones de personas) se encuentra en situación de crisis (Fase 3 de la CIF), lo que significa que pueden saltarse comidas por completo o vender lo poco que poseen para comprar alimentos; y más de un décimo de la población (más de 630 000 personas) se encuentra en situación de emergencia (Fase 4 de la CIF), lo que significa que pueden vender su último animal o su última fuente de sustento, sacar a sus hijos de la escuela o recurrir a la mendicidad.
"La población de la República Centroafricana lleva un decenio soportando el peso del conflicto, y la inseguridad alimentaria ha ido en aumento en los últimos años. Sin embargo, nunca antes el panorama de la inseguridad alimentaria había sido tan nefasto. Debido a la COVID-19 las fronteras y los mercados permanecen cerrados o están restringidos, lo que dificulta el flujo de alimentos e impulsa el alza de sus precios. Pronto llegará la temporada de escasez de alimentos y las lluvias inutilizarán las carreteras de tierra del país. La entrega de alimentos, semillas para la siembra y otros suministros esenciales será cada vez más difícil. Es fundamental que actuemos con rapidez", aseguró Perpetua Katepa-Kalala, Representante de la FAO en la República Centroafricana.
En el país, la temporada de escasez de alimentos (mayo a agosto) coincide con la principal temporada de crecimiento de cultivos y hortalizas, y es la época en la que suelen escasear los alimentos antes de que llegue la cosecha.
"Tenemos que romper el círculo vicioso de conflictos y hambre en la República Centroafricana. Nunca antes habíamos visto a tanta gente al borde de la supervivencia: más de medio millón de personas están a un paso de la hambruna. Tenemos que actuar urgentemente para salvar vidas antes de que sea demasiado tarde", dijo Aline Rumonge, Directora Adjunta del PMA en el país.
Una crisis olvidada que ya no se puede ignorar La inseguridad alimentaria aguda ha aumentado debido a las repercusiones de la reanudación de los violentos disturbios el pasado mes de diciembre, que se produjo paralelamente a las elecciones presidenciales y legislativas, desencadenando combates activos que se extendieron por todo el país y cortaron los principales corredores de transporte, bloqueando de hecho la capital, Bangui, y cortando las rutas de suministro esenciales de este país sin litoral, lo que obligó a miles de personas a abandonar sus hogares. Esta última intensificación de los hechos de violencia se produce tras un conflicto de casi un decenio que ha trastornado vidas y medios de subsistencia, desarraigando a más de 740 000 personas. El año pasado, también se registró un bajo rendimiento en cuanto a la producción local de alimentos.
Esta situación se ha visto agravada por la pandemia de la COVID-19, que ha provocado que los precios de los alimentos sean elevados: el precio de la yuca aumentó hasta un 60 % entre noviembre de 2020 y enero de 2021, por ejemplo. Los movimientos de personas y el comercio también se vieron limitados, y las familias se vieron al borde del abismo, luchando por mantener sus empleos e ingresos.
Además, el bloqueo del corredor Bouar-Garoua Boulai, cerca de la frontera con el Camerún, por parte de grupos armados a finales del año pasado, interrumpió el suministro de bienes y servicios humanitarios esenciales durante varios meses.
La FAO y el PMA temen que la inseguridad siga impidiendo que la ayuda tan necesaria llegue a las personas necesitadas, y exhortan a que se garantice un acceso sin obstáculos a las poblaciones cuya supervivencia depende desesperadamente de la ayuda humanitaria.
La respuesta de la FAO y el PMA en 2021
La FAO necesita 31,5 millones de USD para ayudar a 970 000 personas vulnerables en 2021 mediante apoyo dirigido a salvar vidas. La FAO distribuirá semillas y herramientas para ayudar a los agricultores a aprovechar al máximo la próxima campaña agrícola; pondrá en marcha un programa de ayuda en efectivo; ofrecerá capacitación en estrategias agrícolas para aumentar la resiliencia a la sequía y reducir las pérdidas posteriores a la cosecha; y llevará a cabo campañas de vacunación para proteger la vida de las aves de corral, las cabras y las ovejas y apoyar la producción ganadera.
El PMA necesita 54,9 millones de USD hasta septiembre de 2021 inclusive para seguir prestando asistencia alimentaria y nutricional destinada a salvar vidas a casi un millón de personas afectadas por la crisis en el país. Sin nuevos compromisos, el PMA no dispondrá de recursos suficientes para responder a las crecientes necesidades y podría verse obligado a reducir las raciones de alimentos o a disminuir significativamente el número de personas a las que se dirige la asistencia en un contexto ya tenso y volátil.