La horticultura ayuda a las mujeres palestinas a alimentar a sus familias
Las redes de riego por goteo y las unidades de tratamiento del "agua gris" garantizan la producción de frutas y hortalizas incluso durante la escasez de agua de los calurosos meses del verano
La beneficiaria Fida Mohammad Dababsi y sus hijos en el jardín de su casa [FAO]
La agricultura desempeña una importante función en la economía palestina y en la seguridad alimentaria familiar de la Franja de Gaza y Cisjordania. En 2005 el sector agrícola respaldó a unas 14 000 empresas privadas y proporcionó empleo a más de 135 000 personas.
Recientemente, sin embargo, una combinación de factores —mayores restricciones sobre el movimiento de personas y bienes, un acceso más restringido a las tierras, la recesión económica, la crisis financiera a que se enfrenta la Autoridad Palestina y la subida de los precios de los insumos agrícolas— ha amenazado gravemente a la seguridad alimentaria y ha dado lugar al incremento del desempleo y la pobreza.
Dado que casi el 65 % del trabajo agrícola es realizado por las mujeres, un proyecto de la FAO de reciente finalización financiado por Noruega tenía como objetivo permitir a las mujeres iniciar y realizar actividades empresariales en la agricultura como medio de promover su participación en la vida social y económica de sus comunidades. La estrategia seguida fue ayudar a unas 550 agricultoras de bajos ingresos que habían perdido sus bienes productivos y sus medios de subsistencia a crear huertas familiares de hortalizas o industrias domésticas.
En el proyecto se seleccionaron seis agentes de extensión de campo —cinco mujeres y un hombre— para trabajar con 10 asociaciones de mujeres en cada lugar del proyecto. Durante un período de seis meses el equipo del proyecto ayudó a 140 familias lideradas por mujeres a crear huertas familiares. Las mujeres fueron las encargadas de seleccionar y adquirir las semillas de hortalizas y las plántulas de los árboles frutales que querían plantar.
Para garantizar la sostenibilidad de las huertas familiares se proporcionaron cisternas a las agricultoras que carecían de una fuente fiable de agua en los meses de verano y, en los casos en que ya poseían cisternas, éstas se rehabilitaron. En total se construyeron 33 nuevas cisternas y se rehabilitaron 12. Las 140 huertas se dotaron de una red de riego por goteo.
Para solucionar la escasez de agua el proyecto también proporcionó a 25 agricultoras unidades para tratar y reutilizar en sus huertas el "agua residual gris", es decir, agua empleada en la cocina, la lavandería y la ducha que está relativamente limpia pero que, debido a la presencia de jabón, causa problemas si se emplea directamente en el riego de las plantas.
La FAO afirma que las huertas familiares han permitido a las beneficiarias cultivar sus propias frutas y hortalizas, lo cual es especialmente importante dado que los precios de los productos frescos en los mercados locales son extremadamente altos. Las cisternas de agua han permitido que las familias lideradas por mujeres tengan jardines productivos incluso en el verano, cuando el agua es escasa y cara.
El proyecto también proporcionó 135 ovejas, seleccionadas por su compatibilidad óptima con el entorno local, a 50 agricultoras de la Franja de Gaza y Cisjordania. Las ovejas suministran a las beneficiarias leche para beber y convertir en queso, yogur y labaneh y corderos para su venta. La FAO afirma, asimismo, que dado que las actividades agrícolas en las huertas familiares y las actividades pecuarias se realizan cerca del hogar, las mujeres han sido capaces de mejorar la seguridad alimentaria y los ingresos de su hogar al tiempo que siguen cuidando de sus hijos.
Además, el proyecto seleccionó a dos consultores expertos en la tecnología de elaboración de alimentos para formar a grupos de mujeres en los métodos de preservación y empaquetado de alimentos. Durante el curso se proporcionó a las beneficiarias los instrumentos necesarios para elaborar alimentos como baterías de cocina, hornos, tarros de cristal, etiquetas y otro material. Para demostrar las habilidades adquiridas durante el curso —y para ofrecer una oportunidad de comercialización— se celebró en Ramala una exhibición de cuatro días de duración en la que participaron 30 asociaciones de mujeres. La FAO afirma que la mejora de la coordinación entre los grupos de mujeres les permitirá comercializar mejor sus productos y aprovechar su poder colectivo a la hora de comprar insumos y de vender productos elaborados.
Las habilidades adquiridas por las beneficiarias en la elaboración y la conservación de los alimentos también han dado lugar a la mejora de la seguridad alimentaria y los ingresos familiares. Ahora las mujeres compran frutas y hortalizas cuando están más baratas —al final de temporada— y las conservan para su consumo en otras épocas del año.