Género

Los pepinos de mar impulsan la bioeconomía de Zanzíbar

Mwanasha, de la isla Uzi, tiene cinco hijos. Tras la muerte de su marido, dependía del cultivo de algas marinas para la supervivencia de su familia.

La FAO enseña a mujeres y hombres locales cómo cultivar pepinos de mar de sostenible. ©FAO/Christabel Clark

07/01/2020

Las algas son un producto precioso para los 25 000 agricultores de Zanzíbar que dependen de ellas, el 80% de los cuales son mujeres. Pero el cambio climático está causando un aumento de las temperaturas, lo que está afectando a los océanos. Las aguas más cálidas representan una amenaza real para la producción de algas marinas, inhibiendo su crecimiento y haciéndolas susceptibles a las bacterias. Las algas que estas agricultoras recolectan principalmente para la exportación han dejado de crecer.

La única opción es aventurarse a las aguas más frías y profundas, pero aquí las algas pueden resultar dañadas por corrientes más fuertes y la mayoría de los agricultores no saben nadar. Este no es el único obstáculo: una caída en el precio mundial de las algas obliga a estos agricultores a trabajar seis horas al día para ganar sólo 1 000 chelines tanzanos –o 0,44 USD– por los dos kilogramos que normalmente consiguen recolectar.

Ante estas dificultades, la FAO vio la oportunidad de introducir un nuevo medio de vida y de formar a mujeres, que ya tienen experiencia de trabajo en el océano, para criar pepinos de mar.

Pepinos de mar: un manjar lucrativo

Las especies de pepinos de mar Holothuria scabra pueden no ser bonitas, pero son lucrativas. Dependiendo de la calidad, este animal grisáceo que se alimenta por filtración genera a los agricultores hasta 100 USD por kilo una vez secado. Tienen una gran demanda en el mercado asiático porque con el aumento de la contaminación en las aguas poco profundas del este de Asia, los pepinos de mar locales están disminuyendo. En consecuencia, China está buscando importar estas exquisiteces.

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