Género

El marisqueo de la almeja permite entrever la situación en Túnez

La FAO y sus asociados se disponen a reforzar el papel de la mujer en la industria del marisqueo de la almeja

Mariscadora en plena labor [FAO/G. Napolitano]

13/05/2011

En las costas mediterráneas de Skhira, a 300 km al sur de Túnez, cerca de la ciudad industrial de Sfax, solo transcurren 48 horas entre la primera recolecta y venta in situ de la almeja y su exportación a Roma o Madrid. Sin embargo, entre la mariscadora tunecina que se dedica a recoger estos preciados moluscos y el comensal romano, existe una diferencia abismal: la primera trabaja por algo más de un euro el kilo (tres dinares tunecinos) y el segundo gana entre 10 y 15 veces más.

Para la mayoría de la población femenina rural de los alrededores del golfo de Gabés, esta actividad es su principal medio de vida. Como confirma Yvette Diei Ouadi, experta de la FAO en la industria de los productos pesqueros, la FAO, en apoyo al Gobierno de Túnez, se ha comprometido a iniciar un proceso participativo para el establecimiento de una estrategia de refuerzo del papel de la mujer en la industria del marisqueo de la almeja, con el objetivo de optimizar sus ingresos y preservar los recursos, especialmente abriendo el camino a otras acciones de desarrollo.

«El marisqueo de la almeja es una actividad dura; cada día, recorremos largos trayectos con la marea baja, en una postura muy incómoda, con la espalda curvada bajo un sol abrasador y los pies enterrados en la arena o en agua de mar helada hasta las rodillas», se queja Saliha, una mariscadora de complexión fuerte.

«El desembarco de nuestra recolecta para la venta directa en el puerto se hace a cielo abierto, sin ningún refugio para proteger a las mujeres de las posibles inclemencias del tiempo a la hora de realizar las transacciones con intermediarios que no respetan nuestros esfuerzos», añade Agla, una de sus compañeras.

Un recurso codiciado e injusto

El golfo de Gabés, al sur del país, es una zona particularmente rica en recursos pesqueros. Las gobernaciones de Sfax y Gabés son las zonas más productivas donde un sector importante de la población local vive principalmente de la pesca costera. Esta zona húmeda es famosa por sus hábitats naturales de almejas babosas y navajas, moluscos bivalvos de la familia de la almeja. La demanda extranjera de este producto está aumentando.

La producción media durante los cinco últimos años ha sido de 500 toneladas por un valor de 1,9 millones de dinares tunecinos (1 millón de euros), es decir, una contribución de aproximadamente un 1 % al total de la producción nacional de productos pesqueros durante el mismo período. El 98 % de la producción nacional de almejas procede del sur de Túnez.

«Si se efectúa de forma responsable con un reparto justo y equitativo de los beneficios a lo largo de la cadena de valores, la explotación de la almeja podría constituir una excelente oportunidad de empleo para un sector desfavorecido de la población, así como una considerable fuente de ingresos en divisas para el país», señala Yvette Diei Ouadi.

«La operación de recolección de almejas en Túnez es una actividad artesanal que ocupa durante 70 días al año a una población femenina de mariscadoras que proceden en su mayoría de un ámbito rural, precario y marginal. En diferentes grados, estos grupos de mariscadoras se exponen a una serie de factores que las predisponen a la pobreza o acentúan su vulnerabilidad con respecto a ella».

El analfabetismo, el cierre periódico de las zonas de producción por motivos sanitarios, la sobreexplotación de las poblaciones de los recursos, la ausencia de cualquier forma de supervisión y formación o incluso el distanciamiento del mercado son también otros factores agravantes.

Hacia un plan de desarrollo comunitario

En el contexto de la política de reducción progresiva de la participación del Estado y en un intento de superar las numerosas dificultades de carácter sanitario, administrativo y organizativo y de crear una dinámica en torno a esta actividad, se han establecido grupos de desarrollo y explotación de la almeja en las zonas de producción.

«Convencidas de la necesidad de organizarse para mejorar sus condiciones de trabajo, conseguir que se reconozca su papel como productoras en la industria del marisqueo y su contribución efectiva en la creación de los ingresos familiares, la mayoría de las mujeres está de acuerdo con la idea de reagruparse en una comunidad», explica Ilaria Sisto, experta en cuestiones de género de la FAO.

«Es necesario crear una organización institucional local que permita valorar la explotación de estos recursos, pero sobre todo que asegure su durabilidad y garantice una redistribución más equitativa de los beneficios entre hombres y mujeres. Esta organización debe facilitar la participación de las mujeres en mercados rurales de empleos flexibles, eficientes y equitativos. Este comportamiento tiene efectos positivos en el bienestar, pero también en la formación de capital humano y en el crecimiento económico».

El proyecto de cooperación técnica Túnez/FAO cuenta con tres ejes principales: formación en técnicas adecuadas de recolección y manipulación de la almeja, asistencia para fomentar la autonomía de las mujeres y mejora de las condiciones de trabajo.

El objetivo de este proyecto es mejorar los medios de vida de las familias desfavorecidas y la seguridad alimentaria de las poblaciones costeras vulnerables del litoral mediterráneo a fin de obtener una producción racional y un uso responsable de los recursos pesqueros en zonas húmedas (Convention de Ramsar sur les Zones humides, 1971).